Según un informe del Observatorio de Políticas Públicas-MPE de la Universidad Nacional de Avellaneda el complejo de automóviles y autopartes se vio resentido en 2016, producto de la retracción generalizada del nivel de actividad. Impactaron sobre la producción del sector, en mayor medida la flexibilización en los controles sobre el cumplimiento de los acuerdos bilaterales con Brasil y una gradual tendencia a la apreciación cambiaria que atenta contra las posibilidades de abastecer con producción local el mercado interno.
A esto se le sumo un notable incremento en las ventas internas, traccionadas por las unidades de lujo, mayormente producidas fronteras afuera, que se vio influido positivamente por los efectos del blanqueo de capitales, que “liberó” una importante demanda después de exteriorizados los fondos. Pero también como producto de una transferencia de recursos regresiva a nivel local, la cual redunda, paradójicamente, en un incremento en la demanda de las unidades de gama media/alta.
El aumento de ventas al público de vehículos terminados de 2016, del orden del 10,22%, se vio acompasado de una caída en la producción interna en la misma magnitud, 10,23%. El bache de unidades fabricadas localmente se cubrió por medio de una avalancha de importaciones, con un alza del 45,45%.
La tendencia no parece revertirse este año, ya que al primer cuatrimestre de 2017 se registra una disminución de la producción local en torno al 10%, aunque las ventas a concesionarios continúan con solidez aumentando un 14,6%.
Esto provoca que, entre los veinte vehículos que mejoraron sus ventas en el primer cuatrimestre del corriente año, casi un 80% se produzcan fronteras afuera de nuestro país.
Esto redunda en un costo de oportunidad para nuestro país ya que, al no reglamentarse la forma de pago de la penalidad, Argentina mantiene con las automotrices importadoras un saldo a favor sin cobrar superior a los U$S 600 millones.