Musa Azar, el genocida beneficiado por la corporación judicial, goza actualmente de la prisión domiciliaria. Pero además podemos ver como en el frente de la casa donde cumple su pena, no se ven custodios ni pareciera tratarse de un sitio destinado a la reclusión.
El domicilio, que hace unos días fuera blanco del escrache popular, no presenta la apariencia de que allí un criminal de lesa humanidad se encuentre cumpliendo una prisión perpetua, sino más bien recuerda a la impunidad y el olvido de otras épocas.
Repudiamos la resolución tomada por el juez Batule quien otorgó la prisión domiciliaria en una actitud parcial y escandalosa. Cómo también la disposición de que el custodio cumpla sus funciones adentro de la casa, generando la convivencia entre el policía y el represor.
No vamos a naturalizar las domiciliarias concedidas a genocidas; son impunidad encubierta para los genocidas, que pasarán sus últimos años en su casa y bajo la custodia de las fuerzas de seguridad que en muchos casos hasta sienten admiración por estos represores.
No olvidamos
No perdonamos
No nos reconciliamos
H.I.J.O.S.
Santiago del Estero