*Por Celeste del Bianco
Es medianoche, casi invierno, y un grupo de mujeres camina por la Avenida Corrientes cargando tarros con engrudo, brochas y afiches. Muy temprano, en la mañana, otras se acercan a las estaciones de trenes. Con los volantes en sus carteras, llegan hasta Once, Constitución o Retiro. Se acercan a las pasajeras y les entregan el papelito. Otro grupo redacta invitaciones y gacetillas, escriben la dirección en los sobres, les pegan la estampilla y los llevan a la oficina del correo para citar a mujeres de todo el país al Primer Encuentro Nacional de Mujeres.
Así fue la primera convocatoria para el evento horizontal y autogestivo que el este fin de semana, en La Plata, realiza su edición 34. Alrededor de 1000 mujeres participaron de la reunión inaugural el 23, 24 y 25 de mayo de 1986 en el Centro Cultural San Martín de la Capital Federal. Debatieron sobre las problemáticas de esa época: la ausencia de la patria potestad compartida, la necesidad de implementar la ley de jardines zonales y el divorcio vincular. Ese viernes fue un día complicado para llegar al centro: paro de taxis y dos actos políticos. En Plaza de Mayo, el presidente radical Raúl Alfonsín y el Plaza Once, un acto del Partido Justicialista, movilizaron a miles de personas. Las mujeres también movilizaron. Amas de casa, sindicalistas, militantes políticas, feministas, independientes y activistas por los derechos humanos se acercaron hasta el encuentro que proponía talleres y espacios de comunión.
Hacía apenas dos años, en 1984, que en Argentina se había empezado a conmemorar el Día Internacional de la Mujer en el espacio público. “Tenemos obligaciones con el tiempo en que vivimos, con las circunstancias que nos tocan, con nuestra propia ideología, pero tenemos una mayor responsabilidad histórica (…) La lucha por la igualdad de oportunidades es una lucha sin desmayos y sin descansos”, dijo la periodista Nelly Casas en el acto de apertura.
El 8 de marzo del 2019 un grupo de alumnas de quinto grado de la Escuela N°10 Ricardo Gutierrez de La Plata le pidió a la maestra una hora de clase para explicarle a sus compañerxs el origen de ese día. “Contamos que unas trabajadoras se murieron incendiadas en una fábrica, nosotras siempre tenemos muy en cuenta ese tema y a todas nos surge la idea de hablar. Practicamos qué decir y qué contarles”, dice Mora Iramain García, de 10 años.
Mora tiene ojos marrones, pelo castaño y una sonrisa amplia que deja ver sus dientes en crecimiento. Con un pañuelo verde en su muñeca derecha y uno violeta en la izquierda camina en la marcha de finalización del Encuentro en Trelew en el 2018. Tiene estrellas de gliter verde en los cachetes, igual que su hermana Lucía, de 16. Las dos volvieron muy motivadas de ese bautismo feminista. Mora convenció a un grupo amigas de participar del Encuentro en La Plata, en el que se estima que participarán 150 mil mujeres. Por su parte, Lucía les ofreció hospedaje a sus compañeras de cuarto año del Colegio Normal N° 1 de Capital.
“En la sociedad siempre hubo demasiada preferencia para los hombres y a las mujeres se las consideraba como una cosa, como que tenían que estar en la casa limpiando, cuidando a los nenes. Mientras que los varones eran los que cazaban, traían la comida, a la mujer nunca se le dió ese espacio. Ahora se ve que nos estamos dando cuenta de que no podemos vivir más así y estamos luchando por nuestros derechos, para tratar de hacer una igualdad entre los hombres y las mujeres”, explica Mora.
“Mujer y Trabajo” fue otro de los ejes centrales del primer evento. En ese taller se habló, entre otras cosas, del “ocultamiento del estado civil e incluso maternidad para lograr un trabajo”. “Decíamos que sexualidad y trabajo doméstico son los pilares básicos de la apropiación del cuerpo de las mujeres. La sexualidad al servicio de los varones y después el trabajo doméstico que recaía sobre las mujeres y sigue recayendo en nosotras que nos hacemos cargo de todo lo que tiene que ver con la reproducción de la vida. Eso no se ha modificado en absoluto”, explica Marta Fontenla, una de las pioneras.
Ella junto a Magui Bellotti crearon en 1982 la Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer (ATEM) y formaron parte de la Comisión Promotora del primer ENM. Son abogadas, feministas y comparten la vida desde hace más de 30 años. Magui cuenta que no era fácil ser feminista en esos años, mucho menos hablar de lesbianismo. “Muy pocas se decían feministas, era muy mala palabra. Pero teníamos mucho entusiasmo. No se decían feministas, se decían mujeres en lucha, mujeres que luchaban en contra de la discriminación de las mujeres. Eran feministas de hecho. Aunque sea un feminismo tibio, era feminismo porque de hecho tenía en cuenta que había algo que se llamaba discriminación de las mujeres”, recuerda.
En el taller de Sexualidad se habló de la libre elección de la maternidad, de deuda externa, de casi todo. No se habló de homosexualidad. Era un tema tabú en los primeros años de democracia. “Incluir el tema de la heterosexualidad obligatoria era difícil en ese momento. Era complicado hablar de lesbianismo en esa época. Veníamos de de los años de la dictadura y una represión muy fuerte. Algunas compañeras se opusieron”, dice Marta en el estudio jurídico que comparte con Magui en el barrio de Congreso.
Fueron 45 mujeres las que prendieron la mecha. En diciembre de 1985 comenzaron las primeras reuniones. Ese año, fue motivador. Algunas estaban influenciadas por su participación en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Nairobi, Kenia, que fue la clausura de la Década de la Mujer anunciada por la ONU en 1975. Otras, traían ideas del Tercer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Bertioga, Brasil. Se propusieron hacer un evento autofinanciado y para eso se dividieron en cuatro comisiones de Trabajo: Diseño, Relaciones Generales, Prensa y Finanzas.
Todas las semanas había reuniones preparatorias. En el libro “Pariendo Historia”, Luciana Peker y Diana Maffia cuentan que una de las pioneras, Elena Tchalidy, integrante del Partido Socialista y allegada a Alicia Moreau de Justo, puso a disposición sus oficinas en Corrientes y Paraná para la organización previa. Allí debatían sobre las características del encuentro, los temas a tratar en los talleres, la logística y los fondos. Además de los aportes de cada una decidieron hacer peñas para recaudar fondos. Algunas cocinaban empanadas, otras tortas y así sumaban dinero. “Poníamos una cuota y juntábamos dinero. Teníamos una compañera que era María Dolores Robles que era estricta, estricta, era contadora. Nos tenía zumbando, ahí entraba y salía un peso pero controlado”, se ríe Marta mientras recuerda.
“Hacíamos de todo para conseguir dinero, organizábamos actividades fundamentalmente en el Sindicato de Jugueteros, que era cerca de la 9 de julio. Juntábamos fondos para cubrir los gastos y que el Encuentro sea gratuito”, recuerda Liliana Azaraf, una de las integrantes de la Multisectorial de Mujer que estuvo desde los inicios.
Treinta y tres años después, los métodos para juntar dinero son más o menos los mismos. En San Miguel de Tucumán, las estudiantes secundarias organizaron un festival con shows y bandas en vivo para costearse el pasaje a La Plata. A eso le sumaron las rifas y una fiesta en la que también vendieron comida casera. Casi 16 horas en micro y hospedaje en alguna escuela platense, lo necesario para esta primera experiencia. Son pocas pero quieren ser impulsoras de un movimiento que se amplíe en los próximos años. “Es la primera vez que vamos las pibas secundarias de la provincia, nos organizamos con las chicas de la Facultad de Filosofía y Derecho para hacer finanzas en conjunto y pagar el viaje más barato”, explica Micaela Gómez. Tiene 18, está en el último año de la Escuela de Bellas Artes y preside la Unión de Estudiantes Secundarios de Tucumán.
En la provincia que obligó a ser madre a una nena de 11 años violada por la pareja de su abuela, el movimiento de mujeres da pelea. “Creo que todas compartimos que el aborto tiene que ser legal, seguro y gratuito de manera urgente. Además, en el contexto en el que estamos necesitamos un mayor presupuesto dedicado hacia las mujeres. Hay otras luchas que quizás son un poco más pequeñas o más diarias que tienen que ver con las relaciones afectivas sanas. También hay que revisar un montón de cosas ahí. El respeto mutuo es uno de los temas que más nos interpela en las escuelas”, cuenta Micaela.
A Liliana Azaraf estuvo en casi todos los encuentros, se perdió algunos pocos por un proceso de pérdida de visión que atravesó. Resalta la diversidad de las integrantes de la comisión organizadora. Había independientes, peronistas, radicales, socialistas, comunistas, una mezcla enriquecedora. “Queríamos extremar la reflexión y el debate, tratar de convertir lo personal en político, politizando la situaciones personales, y que nadie hablara en representación de una organización. Todas a título personal tuvieras la ideología, la trayectoria o la participación que tuvieras”, puntualiza.
Liliana recuerda que les preocupaba no solo debatir de ideas para construir teoría sino también interactuar en las prácticas. Querían compartir el baile, la comida, el descanso, darle sentido a la palabra “encuentro”. Muchas de las pioneras pusieron sus casas para hospedar a las mujeres que venían de otras provincias o del exterior. Las compañeras de los sindicatos consiguieron algunos hospedaje gratuitos en los hoteles, otras hablaban con algún familiar porteño para tener lugar dónde dormir esas dos noches.
La ampliación de los derechos civiles tuvo un lugar destacado en 1986. Se debatió sobre la necesidad de la reglamentación de la Ley de Jardines Maternales Zonales, una ley del año 75. “Había sido promulgada por el Ejecutivo y nunca fue reglamentada. Nunca. Una ley excelente, eran jardines maternales no que dependieran del trabajo sino por zona, independientemente de que las mujeres tuvieran o no trabajo. El ente que iba a regular todo era un ente autárquico que no dependía de ningún poder del Estado y el dinero para financiarlo tenía que salir de las obras sociales, manejadas por los sindicatos, y por Lotería nacional. Era excelente”, recuerda Liliana.
También se habló de la patria potestad compartida, hasta ese momento correspondía al padre, era el único que podía decidir sobre sus hijos o hijas.
Liliana recuerda una de las tantas actividades que hacían con la Multisectorial de la Mujer: “Estábamos en el Parque Centenario y en un momento hicimos una ronda y empezamos a cantar ‘Se va a acabar el patriarcado..’. Una señora que pasaba por ahí, codea al esposo y le dice: ‘¿Qué dicen que se va a acabar?”. Se ríe mientras repasa los cambios que se sucedieron en el movimiento de mujeres.
En ese mismo parque, a días del 34 Encuentro de Mujeres de La Plata, Tatiana Fernández Martí, de 18 años, toma el micrófono y da un discurso en el Plenario de Trabajadoras del Partido Obrero. Tiene el pelo corto, decolorado con las puntas entre verdosas y azuladas. Viste unas calzas violetas que combinan con sus zapatillas. Una pollera colorida y una campera de jean. En su mano izquierda, el pañuelo verde.
“En las calles y organizadas vamos a pelear contra los antiderechos y los pañuelos celestes, contra la iglesia católica y evangélica. Por la educación sexual que necesitamos: laica y científica, por el aborto legal y efectivamente por nuestras reivindicaciones. Gracias”,dice mientras unas cincuenta mujeres sentadas al sol aplauden. .
Casi 600 estudiantes secundarias de la Capital Federal se organizaron para viajar a La Plata. Es la segunda vez que lo hacen de manera grupal. “Nuestra expectativa como jóvenes y, en particular la mía, es que este encuentro sirva para organizar todo ese movimiento que surgió fruto de distintas reivindicaciones. Hay una evidente avanzada por parte de los sectores más reaccionarios que fueron clave a la hora de impedirnos la efectivización de la ley del aborto legal en el Senado. La iglesia católica y evangélica también avanza en los colegios con esta campaña reaccionaria «Con mis hijos no te metás» «ESI no». En un punto, entendimos que no hay vuelta atrás con nuestros derechos y que son importantes conquistarlos”, cuenta
En el libro “Mujeres que se encuentran, una recuperación histórica de los Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina (1986-2005)”, Amanda Alma y Paula Lorenzo cuentan que las luchadoras por los derechos humanos tuvieron un participación importante en el origen. Allí estuvieron Nora Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y Lita Boitano de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. “Se sentaron las bases de una práctica deseada por un grupo de mujeres que quizás no imaginaron la fuerza de esos principios”, escribieron.
Y así fue. En el discurso de cierre de aquel principio, Magui Bellotti deseó: “espero que éste no sea un cierre, en el sentido estricto de la palabra, sino la apertura de nuevos Encuentros en todas las provincias del interior del país”.
“Es un discurso que trata de unir toda esa diversidad que estábamos representando. No es el discurso que yo hubiera dado como representante de mi agrupación,hubiera sido mucho más radical pero entendíamos que era importante construir movimiento de mujeres. Que para construir feminismo había que construir movimiento de mujeres y en el Encuentro de Mujeres fue una de las instancias, que luego se demostró, privilegiada para esto”, recuerda Magui.
Ilustración: Agustina del Bianco