Por decimoséptimo día consecutivo, los incendios forestales no dan tregua en la selva del Amazonas y avanzan intensamente en los estados brasileños de Acre, Rondonia y Mato Grosso, en lo que el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (IMPE) calificó como el peor siniestro de los últimos cinco años. Ante el cruento panorama, que despertó la preocupación mundial, el presidente Jair Bolsonaro salió a culpar a los «oenegeros» que vienen alertando por las consecuencias de la deforestación.
Este martes, lxs especialistas del IMPE emitieron un duro informe en el que indicaron que entre el 1º de enero y el 18 de agosto de este año se registraron 71.497 focos de incendio en la Amazonia, lo que implicó un aumento del 83% interanual, frente a los 39.759 contabilizados durante los primeros ocho meses de 2018. El período coincide con la llegada al poder de Bolsonaro al poder, con un discurso contrario al cuidado del medio ambiente y proclive a la explotación de recursos en áreas naturales protegidas.
Consultado sobre la incineración de gran parte de la selva amazónica, Bolsonaro optó por endilgarle responsabilidad a lxs ambientalistas. «Puede estar habiendo una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona, contra el gobierno de Brasil. Esa es la guerra que estamos enfrentando», aseveró en declaraciones a la prensa.
Sin explicar en qué basaba sus acusaciones, el mandatario brasileño agregó que las entidades «están sintiendo la falta de dinero» producto de los recortes de su Gobierno. «Sacamos dinero de las ONG. De las transferencias de fuera [para la protección de la Amazonía], el 40% iba para ONG. No tienen más. Acabamos también con las transferencias de órganos públicos [a las ONG]», argumentó.
«El fuego se prendió, parece, en lugares estratégicos. Ni ustedes tendrían condiciones de filmar todos los lugares donde hay fuego y mandarlas para fuera. Por lo que todo indica, fueron allí para filmar y prender fuego. Eso es lo que siento», sostuvo Bolsonaro.
Los incendios forestales generaron que varios estados ingresaran en situación de alerta, no sólo por la quema, sino por los efectos que puede generar la propagación del humo en la salud y en el tráfico aéreo, por ejemplo.
Desde las ONG que operan en la Amazonia expresaron su preocupación por el avance del fuego y señalaron que los focos pueden haber sido provocados por empresarixs agrícolas en un intento por extender sus territorios hacia la Amazonía. De hecho, desde el Instituto de Pesquisa Ambiental (IPAM) explicaron que la quema «tiene relación con la deforestación y no con una sequía más fuerte como podría suponerse». «Si la sequía no explica los incendios, la retomada de la deforestación sí lo hace. El fuego es normalmente usado (por colonos y hacendados) para limpiar el terreno después de la deforestación», indicaron.
Las consecuencias de los incendios pueden ser muy graves para el medio ambiente, dado que la selva amazónica es considerada el «pulmón del planeta», por su capacidad de absorción de los gases invernaderos. Se calcula, justamente, que los bosques junto con los océanos absorben entre el 20 y el 30% de esos gases y contienen los efectos del calentamiento global, que sin esos elementos naturales serían mucho más nocivos.
En el documento presentado en el marco de la Semana del Clima, el INPE cuantificó 72.843 focos de incendio y remarcó que los registros constituyen un récord desde 2013. Sólo desde el jueves pasado, las imágenes satelitales consignaron 9507 nuevos incendios en el bosque de Amazonas. El estado homónimo entró en emergencia en la zona sur y en la capital Manaos. El lindero Acre, ubicado en la zona ambiental hizo lo propio desde el viernes.
Bolsonaro atribuyó el crecimiento de los focos a «la temporada de incendios», pero desde el IMPE le respondieron que no se trata de una consecuencia de la sequía o fenómenos naturales. Citado por la agencia Reuters, el investigador de ese instituto, Alberto Setzer comentó que «no hay nada anormal en el clima este año o las lluvias en la región amazónica, que están un poco por debajo del promedio».