Cambiemos para mal

Por Cynthia García para Caras y Caretas Uruguay

En las horas previas a una conferencia de prensa en donde el ministro de Economía de Argentina, Nicolás Dujovne, intentaría sin éxito calmar las aguas de una nueva disparada del dólar, su cartera difundió un documento que contenía un pie de página que mencionaba que la inflación proyectada era de un 42% para 2018. Así, sin aviso.

Cuando los periodistas le preguntaron, el ministro  trató de explicar: “Les di un borrador, se los voy a mandar de nuevo y le sacan ese pie de página. No lo tomen en cuenta, eran papeles de trabajo”.

Los números eran los mismos. Los datos eran los mismos pero ya no tenía ese pie de página que se había filtrado: una inflación del 42 por ciento para este año armada por el ministro que supera largamente aquella meta inflacionaria del 15 por ciento anunciada por el exconductor de TN, la señal de noticias del Grupo Clarín, y actual responsable de la cartera de Economía.

Eva Sacco, economista, docente e investigadora del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) apura el primer comentario, ya con Dujovne en los Estados Unidos: “Fueron al FMI para pedir un adelanto de fondos de los que ya están gastando a cuenta. Ellos fueron a pedir adelantos de fondos y el FMI lo que pidió es que adelanten el déficit cero”. Sobre la filtración del documento con proyección inflacionaria agrega: “Una puede decir que están con tal ataque de pánico que no se dan cuenta lo que están haciendo”.

Argentina hoy

La situación actual en Argentina es grave. No hay precios de ventas de productos porque no se sabe a cuánto va a estar el dólar. La última memoria de esa situación data de 1989, cuando la hiperinflación del gobierno de Raúl Alfonsín había dejado al país sin precios y fue la antesala de su renuncia y la llegada del gobierno neoliberal de Carlos Menem.

Se suceden los saqueos a supermercados en busca de comida. El gobierno y los medios de derecha los llaman ‘robos planificados’ para evitar la inevitable asociación con los saqueos del final del gobierno de Fernando De La Rúa.

Mil días y después

Macri llegó a los 1.000 días de gobierno con un país sumido en una profunda crisis económica en la que el dato trascendental es el nivel de endeudamiento récord: el pago de intereses de la deuda pública representó, en julio, el 77% del déficit fiscal total, según el análisis del Centro de Estudios de Nueva Economía, de la Universidad de Belgrano que publica el diario Página/12.

La medida anunciada más importante, que es la implementación de retenciones a las exportaciones, se estableció con un fin fiscalista: asegurar los dólares para pagar los compromisos de deuda del año que viene.

Probablemente no sea suficiente. Si los capitales siguen estando libres, así como entran los dólares los pueden comprar e irse en fuga. Como viene pasando hasta el momento. Se necesitarían controles de cambio para que la medida sea efectiva.

En términos políticos, el antagonismo es tan extremo que casi no hay ya margen para establecer puentes de ayuda opositora que le aseguren la gobernabilidad.

El gobierno de Macri nunca estuvo tensionado por ningún sector del campo popular. Sintió que no le hacían mella la cantidad de movilizaciones, muchas de ellas multitudinarias, que colmaron las calles de Buenos Aires, sobre todo, pero también del resto del país. Prefirió recostarse en el apoyo mediático de Clarín y otros grupos comunicacionales que aún lo sostienen. Durante estos 1.000 días esos medios se alejaron de las grandes concentraciones. No estuvieron ahí con móviles en vivo. No las publicaron en sus tapas, se corrieron de la calle para seguir construyendo la realidad al interior de sus pantallas. El jueves pasado, sin embargo, con un dólar rozando los 42 pesos, los móviles de TN transmitieron en directo la enorme movilización en defensa de la universidad pública, inocultable frente al contexto de corrida cambiaria. Y por primera vez desde el inicio de la llamada causa de los cuadernos, la tapa de diarios y la apertura de los programas fue la crisis económica en vez de la corrupción kirchnerista.

“Cristina no es el límite”

En un país federal, con provincias que traccionan peso específico, con dirigentes del PJ que se sintieron más cómodos con Macri que con Cristina, seguirá siendo fundamental el apoyo o no de los gobernadores.

La provincia de Buenos Aires está asegurada con el gobierno de María Eugenia Vidal que, aunque sufre la caída de imagen por la implementación del ajuste en su provincia y por el arrastre de las políticas nacionales, sigue siendo la dirigente más preciada de la Alianza Cambiemos.

El gobernador más combativo es Alberto Rodríguez Saá, de la provincia de San Luis. En una entrevista para la plataforma #LaGarcía y Caras y Caretas, el mandatario puntano aclaró que no es kirchnerista pero “el límite es Macri, no Cristina”.

¿Cómo analiza este momento de la Argentina?

El gobierno de Mauricio Macri ha fracasado: presidente Macri, usted ha fracasado. En la Argentina se han juntado una crisis económica y financiera con el escándalo: que estén señalados por fotocopias de un cuaderno empresarios, políticos y jueces es una situación escandalosa. Se suma el fracaso de Macri: ha dicho que quería “pobreza cero” y ahora tiene que anunciar que habrá más pobreza; ha dicho que la inflación era un problema fácil de resolver y ahora estamos casi frente a una hiperinflación. Es un fracaso.

¿Hacia dónde nos lleva esta renegociación con el FMI?

Lo escuché a Taiana (por Jorge Taiana, legislador del Parlasur) que dijo una frase bárbara: “El Fondo Monetario no es el remedio, es la enfermedad”. Van a traer una receta que es invariable y tiene tres componentes: el Banco Mundial, el Fondo Monetario y el Tesoro de los Estados Unidos. (Van a proponer): defensa del dólar, exportaciones equilibradas, ajuste, que extraigan nuestra riqueza las empresas multinacionales y que el Banco Mundial financie las obras públicas que el FMI señale.

El plan económico no se decide ni en la Quinta de Olivos ni en la Casa Rosada, se decide en Washington. Eso se llama Consenso de Washington, está estudiado en la politología y es como una fórmula matemática.

¿Cuál será el rol del peronismo en este contexto de crisis?

Para los medios de comunicación hay tantos peronismos como candidatos puedan aparecer y eso no es real. Mi anhelo es que el Peronismo constituya un Frente Patriótico, en el que invite a todas las fuerzas sociales y tenga elecciones internas para definir a los candidatos.

Yo no soy kirchnerista, pero el límite se llama Mauricio Macri, no es Cristina. Para nada. Cristina debe participar como debemos participar todos en el Frente Patriótico. Y el que gana será el candidato. Lo demás es intriga.

La maquinaria neoliberal se lo está llevando puesto.

El discurso que dio Macri el lunes fue un discurso de despedida. Las palabras elegidas nunca son inocentes. La frase “esta es la última crisis”, asesorado o inconscientemente, es el anuncio del principio del fin.

En un intercambio reflexivo con Jorge Alemán, uno de los pensadores más importantes de este tiempo, el psicoanalista y escritor plantea que Macri, a pesar de haber ganado las elecciones por un margen muy estrecho, arrancó con una versión de ellos mismos bastante omnipotente: “Se condujo como una aplanadora. Como si hubieran ganado por 30 puntos de distancia. No tenían un plan de gobierno, nunca tuvieron un proyecto de gobernabilidad, simplemente estaban ajustados a mecanismos financieros. No puede controlar el dólar, no puede controlar la inflación y no ha generado ningún tipo de credibilidad. El mundo ya no le tiene ningún tipo de confianza. Ahora se ha encontrado que a él mismo lo está devorando la maquinaria neoliberal”, expresó.

El 13 de agosto de 2016, en su primera aparición pública luego de las elecciones presidenciales de 2015, la expresidenta y actual senadora Cristina Fernández de Kirchner inaugura la pregunta que recorrerá estos 1.000 días sobre si los argentinos estamos mejor o peor. Es un cuestionamiento sobre los modelos políticos y también un planteo iniciático sobre cómo convivir con el antagonismo. Qué margen hay para la disputa política.

Un gran sector de la población en los últimos meses repite la idea de que pensaba que ya no iban a volver a vivir las cosas que se están viviendo.

El que generó este efecto de repetición es Macri. En su discurso terminal plantea cortarlo cuando el verdadero protagonista de la repetición es él. Alemán profundiza: “Se trata de un problema ético, que obliga a interrogarse cómo es la convivencia con los que desean la destrucción de la nación en su trama simbólica. En esta perspectiva hay algo más que una posición agónica entre adversarios, más bien cada uno se transforma en un obstáculo para la existencia del otro. Este gobierno tocó el zócalo de la nación, afectó los fundamentos mismos del país. Como tocó algo muy doloroso las diferencias exceden el campo del lo político. No es la primera vez que ocurre en nuestro país, pero esta fractura ética, donde está en juego cómo se habita la Argentina, no había conocido hasta ahora su máxima polarización”.

Durante la crisis del gobierno de De La Rúa 39 murieron 39 personas. Como revela el documental 39, las víctimas del 2001, la mayoría eran pobres que iban en busca de comida, porque les decían que fueran hacia allá, donde llegaba el camión con alimentos. Y de los camiones bajaban policías disparando.

La muerte del niño de 13 años en medio de la balacera, frente al supermercado saqueado en una empobrecida localidad de la provincia del Chaco, no es la primera muerte de este ciclo desolador. Es, otra vez, la primera víctima mientras un grupo de personas roban comida.

Las violencias habilitadas que el gobierno de Macri generó son parte del escenario crítico que vive la Argentina.