Que sea ley

*Por Lucía García Itzighsohn

El día que comienza quedará marcado en las memorias de miles, de millones de mujeres,  de por vida. La primera vez que el debate por el aborto legal, seguro y gratuito llega al Senado de la Nación y puede ser sancionado como Ley.

La interrupción voluntaria del embarazo no deseado es el secreto que generación tras generación se silencia y se repite. Todas abortamos. Nosotras. Nuestras madres. Nuestras abuelas. Y nuestras hijas. El atraso es un signo de alerta cuando no hay deseo de parir. Y parir nunca es solo parir. Parir es criar. Y criar es muchas veces una tarea que nos sobrecarga, nos abruma cuando no hay recursos, nos transforma el cuerpo, el tiempo, la vida.

El gran aporte del debate por la legalización del aborto en las audiencias en el Congreso, en los medios de comunicación, como en las escuelas- donde se abrió el juego- en las casas, en las calles y donde apareciera un pañuelo verde fue el de poner en el centro el deseo. Nuestro deseo. El deseo de nosotras.

Y es ese deseo de salirnos de los lugares esperados, de mandatos de cuidado, de interiores de hogares, de frustraciones por sacrificarnos por otros el que nos trajo hasta aquí. Es el deseo de constituirnos en sujetas políticas plenas el que hizo posible que la agenda que hace más de 30 años emergió del movimiento de mujeres, lesbianas, trans y travestis sea hoy la agenda pública.

Llegamos hasta aquí poniendo el cuerpo, como aprendimos de las Madres y las Abuelas, el cuerpo como territorio de resistencia, el cuerpo colectivo en el que nos entramamos con otras al infinito. Cuerpos frente al genocidio. Cuerpos frente a los femicidios. Cuerpos en el espacio público, presencias inapelables de todo lo que debe ser transformado.

Y también usamos pañuelos para identificarnos, como las Madres cuando marchaban a Luján, para sabernos con otras, para decirnos: “no te culpes”, “vos elegís”, “te creo”, “es tu cuerpo”. Te banco, te acompaño, te apaño. La legalización social del derecho a decidir.

Hoy el Senado es el escenario. 30 senadoras y 42 senadores votarán en el transcurso de esta jornada una legislación que puede mejorar la vida de Lilianas Herreras, Anas Marías Acevedos, Marías Campos y cada una de las que perdió la vida a causa de la clandestinidad, no del aborto, a causa del encuadre legal machista, de la mirada médica patriarcal, del paternalismo institucional, de la idea de que se pueden imponer los deseos por mandato.

Escuchamos entre los cientos de argumentos contra el aborto hombres compungidos por identificarse con un embrión y lamentarse por la imposibilidad de ser. No los escuchamos admitiéndose  como padres abandónicos, o como parejas dispuestos a realizarse una vasectomía, o a relegar sus carreras profesionales para quedarse a cuidar a esas criaturas que ellos también engendraron.

Asistimos a que señores y señoras, cuya idea de empatía causa dudas, nos explicaran que es lo que nosotras debemos hacer una vez que se produce la concepción, sean cuales sean las circunstancias. De Angeli, Pinedo, Bullrich, hasta la propia Inés Blas, quien preside la Banca de la Mujer en el Senado.

Las convicciones religiosas aparecieron como absolutos frente a las políticas públicas. Fuimos puestas, en varias oportunidades, en el lugar de incubadoras. Se habló de genocidio, de holocausto, de infiernos.

El Pro, que según los posicionamientos públicos, aporta cuatro votos a favor de los diez de su bloque es el responsable junto a la Unión Cívica Radical – con tres votos a favor de sus once bancas- de las políticas de gobierno de la Alianza Cambiemos.

A juzgar por el posicionamiento mayoritario de ambos bloques avalando la autodenominada defensa de “las dos vidas”, una puede suponer que las políticas de educación sexual, de acompañamiento a las madres, de educación inicial y primaria estarían en todo su esplendor. Pues no, la Asignación Universal por Hijo se redujo en términos absolutos sumado a la desvalorización cotidiana que trae la inflación. Programas como el “Ellas Hacen” que fortalecían las economías y las autoestimas de mujeres víctimas de violencia y madres de niñes con discapacidad, fueron disueltos.

La educación sexual integral desmantelada desde los primeros meses de gestión, en que se disolvió el área, se cerraron las capacitaciones y se discontinúo la publicación de cuadernillos y libros pensados desde la perspectiva de género y con gran calidad en los contenidos.

Los programas de salud sexual desarticulados, desfinanciados, abandonados. Conseguir anticonceptivos de la variante que sea en una sala de atención primaria de la Salud o un Hospital son hazañas irrealizables en el marco de tanto ajuste.

Esa preocupación que tanto acongoja a algunas senadoras y senadores por “el niño –nunca niña- por nacer” no parece prolongarse a quienes ya han nacido a juzgar por la falta de inversión en la construcción de jardines maternales y el nulo mantenimiento de las escuelas públicas.

El peronismo se debate entre las convicciones religiosas, quince senadores, y la justicia social con once representantes. Las realidades provinciales como bastión conservador quedaron antiguas frente a la organización de colectivos de mujeres y de la diversidad que se expresaron en todo el territorio, incluido el norte estereotipado como feudal.

El bloque que con más contundencia acompaña el proyecto es el del Frente para la Victoria. Y aquí debemos hacer una mención especial, no al repentino cambio de posición de la Senadora García Larraburu del que tanto se jactó Radio Mitre, si no al gesto de comprensión política de la Senadora Cristina Fernández de Kirchner. Firmó el dictamen. Escuchó a las pibas. Supo leer, como lo hacen las grandes estadistas, qué estaba pasando.

En medio de operaciones mediático judiciales que buscan desesperada y patéticamente sacarla del juego político, ella se despliega en la sutileza de saber sintonizar siempre con el pueblo. Y lejos de bajar, como esperan los Bonadío en las encuestas, se fortalece.

Mientras escribo estas líneas me entero de que Milagro Sala está siendo trasladada a un Penal Federal por orden del Juez Pullén Llermanos. Un gobierno que se ensaña así con una mujer referente política, líder social, no puede- al mismo tiempo- defender los derechos de las mujeres.

Si hoy el aborto se legaliza será una victoria popular, feminista y del campo nacional y popular en su transversalidad. Tal vez son tiempos de nuevos paradigmas. Tiempos donde gobernar no es poblar. Gobernar es cuidar.