Colombia y Petro

Por Eduardo de la Serna* 

La realidad colombiana no es fácil de entender en otras partes de América Latina. Y sería necesario remontarnos a mucho tiempo atrás para una comprensión acabada. Al menos digamos que desde la virtual guerra civil entre conservadores y liberales de comienzos del s. XX se llegó a un acuerdo de alternancia en el poder. Unos y otros se sucedían. A fin de garantizar esta situación, incluso, se creó una figura que no existe en otras partes: el procurador general de la Nación. Este es elegido por el Congreso luego de que se presenta una terna. El procurador tiene autoridad para destituir o inhabilitar funcionarios (incluso elegidos por el pueblo, como senadores o alcaldes). Esta situación política evidentemente injusta fue muy criticada por muchos. Un ejemplo evidente fue la militancia y los actos públicos críticos al bipartidismo de parte de un cura recién llegado de Bélgica (Lovaina) donde estudió ciencias políticas: Camilo Torres. Esto fue determinante, por ejemplo, en el surgimiento de las guerrillas como el ELN, las FARC y más tarde el M – 19,

El desmadre de la situación (quizás a partir de la autoconciencia de las guerrillas de que la toma del poder era ilusoria e irreal) llevó a muchas al descrédito a partir de los secuestros, bombas indiscriminadas, atentados y – algunas más tarde que otras – el tráfico de sustancias ilegales. Era muy común transitar las rutas colombianas y ser detenidos por un retén guerrillero que pedía documentos, por ejemplo. La sensación de inseguridad (real, por un lado, y amplificada por una prensa hegemónica, especialmente el diario El Tiempo) hizo que el combate a la guerrilla (ahora calificada como “terrorista”) gozara de aceptación entre la mayoría de la población. En ese mismo sentido, empresarios, ganaderos y terratenientes (algo semejante a la Sociedad Rural) comenzó a armar personas para “auto-defenderse”. Así nacieron, alentadas por el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe, las “Convivir”. Esto fue creciendo desorganizadamente al principio y más estructuradas después conformándose las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para la cual – especialmente con el “aporte” de sicarios de los carteles de la droga (particularmente el cartel del Valle) – surgieron nombres terribles como Salvatore Mancuso, “don Berna”, “H.H.”, “Popeye” y – particularmente – Carlos Castaño. Basta con poner en Google “paramilitares” y “motosierra” para ver el terror sembrado por todos los territorios del país por estas bandas. Así, entre dos grupos armados que se combatían mutuamente, la población comenzó el grave proceso del desplazamiento (millones de colombianos debieron dejar sus tierras, luego ocupados por bandas armadas), se calcula que el 10% de la población se encuentra desplazada engrosando las periferias de las grandes ciudades.

Pero esto dio la sensación de que las guerrillas ya estaban en retroceso, lo cual aumentó el caudal político de Uribe, ahora presidente de la república. La relación entre el ex presidente y los paramilitares (y el entrenamiento por parte de militares israelíes, por ejemplo, financiados por el empresariado y algunos políticos) es un secreto a voces en Colombia.

Esto – aunque ya era un proceso que venía desde hacía tiempo – provocó una serie de acuerdos de paz con grupos guerrilleros. Los dos más reconocidos fueron la Unión patriótica y el M-19. Pero más de 3.500 militantes, entre ellos candidatos a presidente como Jaime Pardo y Bernardo Jaramillo del primero y también candidatos presidenciales del segundo como Carlos Pizarro fueron asesinados por paramilitares (esto ayuda a entender el cuidado extremo que las FARC-EP pusieron en su desarme en la firma de los recientes acuerdos de paz). Para entender mejor la situación basta con comprender que 170 dirigentes sociales fueron asesinados en el país durante 2017 y más de 20 en los dos primeros meses de 2018.

Esto permite vislumbrar una situación muy compleja. Un ex presidente que goza de mucha popularidad (Uribe no puede ser reelecto, pero sí tiene mucho predicamento en los sectores de derecha o en los que prima el miedo) y algunas opciones que permiten desear alternancia, por otra. De hecho, parece ser Uribe quien está gestando o alentando la unión de los diversos candidatos de derecha para las próximas elecciones presidenciales (27 de mayo).

Aquellos candidatos que no eran presentados por un partido oficial debían exhibir una serie de avales para poder candidatearse, aunque algunos – luego de mostradas – fueron rechazados al comprobarse la falsedad de gran parte de las presentadas. El 11 de marzo de harán las elecciones legislativas en todo el país y el casi seguro ballotage presidencial será el 17 de junio. Es importante saber que las elecciones en Colombia son optativas, lo cual suele ser habitualmente beneficioso para la derecha.

La prensa, en Colombia, como en toda América Latina es hegemónica. El diario El Tiempo es en la práctica el único diario Nacional del país (además de tus canales de TV y cable), originalmente perteneciente a la familia Santos (Eduardo Santos, tío abuelo del actual fue también presidente del país entre 1938 y 1942; basta con ver el gran número de “Santos” actualmente en la prensa y la política colombiana). Juan Manuel se fue preparando para la primera magistratura, no solamente en la prensa, sino que fue ministro de Hacienda de Andrés Pastrana y de defensa de Álvaro Uribe. Por eso la acusación uribista de Santos como “castro-chavista” resulta ridícula e irrisoria. El entonces Procurador General de la Nación Alejandro Ordoñez (el mismo que expulsó del senado de por vida a Piedad Córdoba; el mismo que expulsó de la alcaldía de Bogotá a Gustavo Petro por no respetar a las empresas privadas de recolección de residuos fomentando una recolección estatal, aunque luego fue restituido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; el mismo que nunca investigó ni sancionó a paramilitares, empresarios o políticos de la derecha o sospechados, como los hijos del ex presidente Uribe, perteneciente a la fraternidad Pio X, fundada por Marcel Lefebvre) con la complicidad de los medios mostró hasta el hartazgo repitiendo una y mil veces la basura no recolectada (cosa que no repitieron cuando hubo conflicto con los residuos en el gobierno del actual alcalde Enrique Peñaloza). Una cosa que se ve muy habitual en nuestras tierras es la creación de “monstruos políticos” por parte de la prensa hegemónica. Eso es lo que quisieron hacer en su momento con Gustavo Petro, que como senador había sido (junto con un pequeño grupo de brillantes legisladores) la voz crítica del uribismo que llegó a calificarlo de “terrorista”.

Pues bien, ese es Gustavo Petro, que encabeza muchas de las encuestas para la próxima elección presidencial. Es difícil, en un país mayoritariamente conservador, que pueda superar la segunda vuelta, pero lo cierto es que la imagen de Petro va en alza y su discurso y verba son realmente cautivadores (puede verse su maravilloso discurso al asumir la alcaldía de Bogotá (1 de enero de 2012). Su lema “Bogotá humana” se repite ahora para toda Colombia.

Y es este, Gustavo Petro el que sufrió un atentado en su recorrida por el país, en Cúcuta. En un primer momento parecieron disparos, luego se desmintió y las últimas pericias confirman al menos un disparo con arma.

Pero lo cierto es que el auto blindado (como es habitual en el país) evitó un daño mayor. La prensa hegemónica se ocupó de disimularlo.

*Sacerdote de Curas en la Opción por los Pobres